martes, 11 de agosto de 2009

Un nudo en la sábana

En una reunión de padres de familia de cierta escuela, la directora resaltaba el apoyo que los padres deben darle a los hijos. También pedía que se hicieran presentes con ellos el máximo de tiempo posible. Ella entendía que aunque la mayoría de los padres de la comunidad fueran trabajadores, deberían encontrar un poco de tiempo para dedicar y entender a los niños.
Sin embargo, la directora se sorprendió cuando uno de los padres se levantó y explicó, en forma humilde, que él no tenía tiempo de hablar con su hijo durante la semana. Cuando salía para trabajar era muy temprano y su hijo todavía estaba durmiendo. Cuando regresaba del trabajo era muy tarde y el niño ya no estaba despierto. Explicó, además, que tenía que trabajar de esa forma para proveer el sustento de la familia. Dijo también que el no tener tiempo para su hijo lo angustiaba mucho e intentaba redimirse yendo a besarlo todas las noches cuando llegaba a su casa y, para que su hijo supiera de su presencia, él le hacía un nudo en la punta de la sábana. Eso sucedía religiosamente todas las noches cuando iba a besarlo. Cuando el hijo despertaba y veía el nudo, sabía, a través de él, que su papá había estado allí y lo había besado. El nudo era el medio de comunicación entre ellos.
La directora se emocionó con aquella singular historia y se sorprendió aún más cuando constató que el hijo de ese padre, era uno de los mejores alumnos de la escuela.
El hecho nos hace reflexionar sobre las muchas formas en que las personas pueden hacerse presentes y comunicarse con otros. Aquel padre encontró su forma, que era simple pero eficiente. Y lo más importante es que su hijo percibía, a través del nudo afectivo, lo que su papá le estaba diciendo.Algunas veces nos preocupamos tanto con la forma de decir las cosas que nos olvidamos lo principal que es la comunicación a través del sentimiento. Simples detalles como un nudo en la punta de la sábana, significaban, para aquel hijo, muchísimo más que regalos o disculpas vacías

miércoles, 20 de mayo de 2009

Madres Malas

Un día, cuando mis hijos estén crecidos lo suficiente para entender la lógica que motiva a los padres y madres, yo abré de decirles: "los amé lo suficiente como para haberles preguntado a dónde van, con quién van y a qué hora regresarán"
Los amé lo suficiente para no haber quedado callada y hacerles saber, aunque no les gustara, que aquel nuevo amigo no era buena compañía. Los amé lo suficiente para hacerles pagar las golosinas que agarraron del supermercado o las revistas del quiosquero, y hacerles decir al dueño:"Nosotros tomamos esto ayer y queremos pagar"
Los amé lo suficiente como para haber permanecido en pie, junto a ustedes, dos horas, mientras limpiaban su cuarto, tarea que habría hecho yo en 15 minutos.
Los amé lo suficiente para decirles. NO, cuando sabía que ustedes me odiarían por eso (y en algunos momentos sé que me odiaron).

Esas eran las batallas más difíciles de todas. Estoy contenta vencí...¡Porque al final ustedes ganaron también!
Y cualquiera de estos días, cuando mis nietos les pregunten a sus padres si su madre era mala, mis hijos les dirán:"Si, nuestra madre era mala. Era la madre más mala del mundo. Los otros chicos comían papas fritas y bebían gaseosas y helados en el almuerzo y nosotros teníamos que comer arroz, carne, verduras y frutas.
Mamá tenía que saber quiénes eran nuestros amigos y qué hacíamos nosotros con ellos.
Insistía que le dijéramos con quién ibamos a salir, aunque demoráramos apenas una hora o menos. Ella nos insitía para que siempre le dijéramos la verdad. Y cuando éramos adolescentes no se cómo, conseguía hasta leernos el pensamiento. ¡Nuestra vida sí que era pesada!
Ella no permitía que nuestros amigos nos tocaran bocina para que saliéramos; tenían que bajar, golpear la puerta y entrar para que ella los conociera.
Cuando todos podían volver tarde de la noche con 12 años, tuvimos que esperar como hasta los 16 para hacerlo, y aquella pesada se levantaba para saber si la fiesta había estado buena (en realidad sólo lo hacía para ver en qué estado estábamos al volver).
Por culpa de nuestra madre, nos perdimos inmensas experiencias en la adolescencia.
Ninguno de nosotros estuvo envuelto en problema de drogas, robos, actos de vandalismo, violación de propiedad, ni fuimos presos por ningún motivo. ¡Todo fue por culpa de ella!
Ahora que somos adultos honestos y educados, estamos haciendo lo mejor para ser "padres malos", como fue mi madre. Yo creo que este es uno de los males del mundo hoy: ¡No hay suficientes madres malas!

Médico Psiquiatra Carlos Hecktheuer

lunes, 4 de mayo de 2009

BIENVENIDOS




Estimados padres:


Les damos la bienvenida a este nuevo espacio, que esperamos sea de real comunicación.


Nos estamos viendo